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«Tarta, champán y mariachis»
Maná – Sueños líquidos – 1997

GRUPO: Maná
TÍTULO DEL ÁLBUM: Sueños líquidos
AÑO: 1997
DISEÑO PORTADA: Waldo Saavedra

Solo a un cabrón se le ocurre casarse un 2 de julio para obligar a todos los invitados a hidratarse sin parar. Termina la cena, comienza la barra libre, 32 grados a las once de la noche. Todos, sin excepción, nos agolpamos contra la barra. Hombres y mujeres de todas las edades se precipitan para rogar al barman su necesario combinado.
Al día siguiente, la abuela de 96 años declara haberse cogido su primera borrachera. Aquello fue una locura, pero esta historia la contaremos con más detalle en otra ocasión.

Una de las primeras consecuencias de este tipo de eventos es el deseado viaje de novios. Tocó New York con remate en las idílicas playas mexicanas de la Riviera Maya. Quiso el destino que durante esa semana coincidiera mi primer cumpleaños lejos de la familia y que mi padre decidiera hacer un derroche de cariño en complicidad con American Express, la nueva tarjeta que le habían colocado “para los muy cafeteros”. Una vez averiguado el bungaló que ocupábamos en el hotel, mi padre marcó el  teléfono mágico para los usuarios Platinum de la tarjeta y encargó una tarta de chocolate, una botella de champán y la actuación estelar de unos mariachis que cantarían a los novios dos o tres temas a primera hora de la mañana, ¡con dos cojones!. Aunque pueda parecer increible a priori, os aseguro que la tarjeta ofrece ese tipo de servicios a sus clientes premium.

Llegó el día de mi nacimiento y los recién casados desayunamos en el comedor del hotel junto con un grupo de californianos que habían decidido dar sentido a sus vacaciones “empapuzándose” desde primera hora de la mañana. Eran dos o tres familias muy solidarios, bebían los abuelos, bebían los hijos y bebían los nietos.

De vuelta a nuestro idílico bungaló, decidimos probar el jacuzzi para dos personas que reinaba en la habitación. Lo llenamos de agua, nos acomodamos dentro y, nada más comenzar el baile de burbujas, llaman a la puerta. Para sentar las bases de la relación formal que acababa de comenzar sugerí que abriera ella, me flageló con la mirada y, para que quedaran meridianamente claras las bases de la relación, me puse la toalla y abrí la puerta. Allí tenía plantado a un tipo enjuto con cara de pocos amigos que sostenía en cada mano una tarta de chocolate y nata y una hielera con una botella de champán. Aunque le dije que nosotros no habíamos pedido nada, el hombre del servicio de habitaciones no dejaba de insistir cada vez más enfadado. De la tarta no hubo forma de librarse, el champán solo pude evitarlo alegando que practicábamos la religión musulmana y que ese pedido era seguro de alguna de las familias Californianas que habíamos visto esta mañana en el desayuno. Aunque tenía claro desde que abrí los ojos del día que era, nunca pensé que alguien se acordaría de mi cumpleaños encargando algo  a 5000 km de distancia.

Horas después recibí la llamada telefónica de mi padre que, entusiasmado, no dejaba de preguntarme por cómo había sido el despertar. – Qué, ¿no tienes nada que contarme?, ¿no ha pasado nada diferente esta mañana?. La verdad, no entendía por dónde iba. ¿Querría detalles sobre si había consumado la unión en el jacuzzi?.

Mi torpeza pudo con su paciencia y decidió preguntarme abiertamente sobre la tarta, la botella de champán y los mariachis. Ahogando mi vergüenza tuve que contestar con la verdad, los mariachis no habían aparecido, la botella la había devuelto y la tarta de chocolate, al girar la cabeza hacia la terraza, comprobé que estaba siendo devorada por hormigas del tamaño de langostinos.

De vuelta de aquel viaje pude conocer los detalles de todo aquello. Los mariachis tuvieron una mala noche el día anterior, se quedaron dormidos y no pudieron acudir por la mañana al hotel, cosas del tequila. La tarta y la botella de champán, que sí cargaron como gasto, tuvieron un coste similar al de una moto de gran cilindrada. Pena de aquella botella, con los años que tenemos ahora nos la hubiéramos “calzado” aunque fueran las 11:00 de la mañana.

En recuerdo de aquellas vacaciones en playas tan bonitas, hoy os traemos ‘Sueños líquidos’, quinto álbum de estudio del grupo mexicano Maná que contiene, entre otras, la famosa canción ‘Clavado en un bar’.

El disco fue muy buscado por los curiosos ya que en la portada se reproduce una obra del pintor Waldo Saavedra inspirada en una imagen artística donde aparece semidesnuda  la actual reina consorte de España, Letizia Ortiz.

Uno de los cuadros de Letizia Ortiz pintado por Waldo Saavedra

5 thoughts on “«Tarta, champán y mariachis»
Maná – Sueños líquidos – 1997

  1. La crónica desmelenante. Como muchas veces ahogada de la risa. No me esperaba esta crónica por lo que la he cogido con más ganas. Por otra parte, de verdad es Letizia, la reina consorte, la de la foto?????? Porque si es así hay que joderse lo que hace la cirugía estética ?

  2. Conozco muy bien a estos pájaros que se casaron ese día. Fui su madrina y por tanto asistente a esa boda de rompe y rasga. Participé del gasto de tanta tarta, champán y mariachis, que no dio el resultado que esperábamos, pero es que cuando los protagonistas preparan un evento matrimonial en un 2 de julio, se merecen encontrarse empantanados de sudor. Todos allí, sin faltar nadie, les vitoreamos como a dos celebrities, pero eso sí, con mucha mala leche. Tuvieron un regalito muy cabrón, un arcón lleno de monedas de 2 céntimos que necesitó ser llevado del restaurante a su casa por cuatro fornidos patosos, que ya de madrugada y bien mamados, terminaron dando el espectáculo donde luego han tenido que vivir estos años. Les calaron pero que muy bien.
    Lo bueno de todo esto es que este 2 de julio han cumplido ya 17 años de feliz convivencia, eso si, con sus dimes y diretes, que quien no los tiene.
    Y como esta historia tiene mucho jugo aún por descubrir, que lo hagan los protagonistas si en algún momento tienen ganas y tiempo, según se broncean en las playa del Caribe que tanto les gusta.

  3. Ja,ja,ja,ja, todavía me sigo riendo. Qué poco serios aquellos mariachis, pero, a decir verdad, en habiendo cobrado por adelantado, cabía esperar que no se personasen las artistas oriundos del lugar. Máxime a esas horas tempranas, en las que debían yacer desde hacía poco tiempo, en un profundo descanso.
    ¡¡¡A fe mía que calor!!! En aquella boda, no hubo los consabidos regalitos para los invitados, ya que a los novios les parecía de lo más kitsch. No obstante, tuvieron que agradecer la espontaneidad de un familiar allegado, que tuvo a bien repartir unos abanicos, por todos los bancos de la iglesia.
    Qué añadir, como bien dice el cronista, la falta de años te hace rechazar una botella de champán. Qué juventud, que mocerío, unos años más tarde lo más ilusionante hubiera sido el champán, los mariachis y de lo que puedes prescindir, la tarta.

  4. Jajajajajajajaja. Sois unos tíos geniales coño!!. Alegráis las mañanas con estas historias tan graciosas. Gracias por compartir esta historia. Me ha encantado veros tan inspirados en vacaciones.

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