«La primera vez que viví un trozo de Cielo»
U2 – The Joshua Tree – 1987
GRUPO: U2
TÍTULO DEL ÁLBUM: The Joshua Tree
AÑO: 1987
One, U2: La primera vez que viví un trozo de Cielo en un concierto
Madrid, 1987. Mi romance con U2 comenzó como cualquier gran historia de amor: en la pre-adolescencia, con 12 años, en un viaje sin expectativas, lleno de inocencia, emoción y un toque de travesura. Todo empezó con el vinilo de The Joshua Tree. Mi hermano, ese ídolo al que admiraba con devoción, convirtió en cuestión de estado la educación de mi paladar musical. “Escucha esto. ÉSTO es música de verdad”, me dijo. Cerré los ojos, y desde ese instante supe que la música era mucho más que acordes y melodías. U2 no era solo una banda; me sacudió por dentro. Ese disco se convirtió en mi mapa emocional, y las notas de With or Without You me hicieron sentir diferente. Fueron mis primeras “mariposas musicales en el estómago”
Madrid, 1993. A finales de ese año cumplía la mayoría de edad y estaba a punto de vivir mi primer concierto en un estadio. Más tarde supe que éramos más de 60.000 personas, pero en ese momento solo podía sentir la energía a mi alrededor; nunca había visto tanta peña junta. Utah Saints y los Ramones de teloneros, ahí es nada. Ese mes de mayo, cuando U2 pisó el escenario del Vicente Calderón, mi yo interior se transformó. Fue la primera (y última) vez que los vi en vivo y en directo, y más que un evento, sentí que estaba asistiendo a un auténtico rito, una ceremonia que me conectaba con algo mucho más grande que yo.
Aquella noche, todos vibramos con las guitarras de Edge y la voz inconfundible de Bono. La gira Zooropa no solo era un despliegue de luces y sonidos, sino un torrente de sentimiento colectivo. Recuerdo cada detalle como si fuera hoy: la ropa que llevaba, las caras de mis amigos, todos con la misma ansiedad por ver a nuestros ídolos de adolescencia.
Y entonces sonó “One”. En ese instante, el tiempo se detuvo. Las primeras notas de guitarra, suaves y profundas, y lo inconfundible de la letra, me envolvieron. Repetí cada palabra como si Bono estuviera cantando solo para mí. Algo hizo clic dentro de mi. Recuerdo que me subieron a hombros y que no podía dejar de cantar. Cada frase se convertía en algo más que una canción: era el himno de una vida, de MI vida, de una etapa donde todo parece posible, pero también sientes cómo todo puede desmoronarse. “Is it getting better, or do you feel the same?”, cantaba, como si la pregunta fuera mía, como si U2 me hubiera dado la clave para entender mis 17 años. En ese momento, estaba flotando, sintiendo que todos en ese estadio petado de gente, éramos uno,. Lloré. Sí, lloré!, como no lo había hecho nunca antes ni lo he he vuelto a hacer en un concierto. Y aunque han pasado los años, miro atrás y reconozco esa emoción como una de las más auténticas que he vivido: una mezcla de juventud, amor por la música y la sensación de que el mundo estaba a mis pies.
Quizás, por eso, One siempre tendrá un lugar especial en mi currículo musical, a pesar de que no me parezca la mejor pieza de U2,- con los años he llegado a encontrarle un punto un poco “moñas”-, porque me recuerda que la música tiene la capacidad de crear puentes, de unir a las personas, de establecer una comunicación profunda, a veces inexplicable. Desde mi hermano hasta mis amigos, hasta los 60.000 desconocidos que estaban aquella noche, todos compartimos algo más que una experiencia, una emoción que se desbordó por completo, porque las “danas”, no sólo vienen en forma de agua.
La misma emoción que, 30 años después, sigue latiéndome dentro cada vez que cierro los ojos y escucho esa canción, o hablo de música con mis colegas. Porque al final, lo que U2 hace – como todos los músicos de verdad- no es sólo componer y cantar canciones, sino que nos dan una parte de sí mismos, para que, a través de su música, podamos ser más nosotros.
Ángeles Pastor
Grande Ángeles como traduces lo que vibra por dentro y lo expresas fuera. ¡Gracias!