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«¿Por qué somos del Pingüino?»
Crónica del concierto de Un Pingüino en mi Ascensor – Sala Nazca – 08/03/2025

GRUPO: Un Pingüino en mi Ascensor
UBICACIÓN: Sala Nazca
FECHA: 08 de marzo de 2025

¿Por qué somos del Pingüino?

Una ordenada fila en forma de L unía la madrileña calle Orense con la Sala Nazca. «¿Esta cola es para el Pingüino?». La edad media de sus componentes da una pista de que sí: ese era el camino a las puertas de la locura colectiva Pingüinette en pleno centro de la capital. José Luis Moro y Mario Gil (Un Pingüino en mi Ascensor) llevan 40 años ejecutando letras delirantes que siguen fascinando a una selecta parroquia -4.563 miembros en su grupo de Facebook actualmente- que se entrega en cada concierto con demostrado fervor.

Entre el público de este día marcado en rojo para la hinchada del Pingüino se presumen dos perfiles: grupos de amigos que se engancharon en los primeros compases de su carrera -mediados de los 80′, cuando José Luis se paseaba por España con poco más que su teclado, conformando una rara avis en el cajón de sastre de la Movida Madrileña-, y los hijos de estos, conquistados por las influencias paternas y maternas.

En la previa del concierto suenan Gabinete Caligari, Burning, La Mode…y Dinamita pa los Pollos. A destacar la pasión con la que los pingüineros corean los temas de la banda vizcaína: ‘Pandilleros’, ‘Bourbon’ y, durante el concierto, ‘Billy Joe’, cuya historia ha servido a José Luis y Mario para contar en una disparatada secuela qué fue del protagonista de la canción en ‘Billy Joe presidente’.

El concierto arranca con José Luis en solitario a golpe de ‘Quiero ser un teenager norteamericano’, una manera más templada de romper el hielo respecto a otros inicios con una particular oda a James Dean. Mario aparece ya en ‘Arqueología en mi jardín’ y de seguido, ‘Juegas con mi corazón’, ‘Foagrás Foagrás’, ‘Pruebas de paternidad’, ‘Perestroika’, ‘He-man y barbie’, ‘Si yo fuera un poeta’…y así hasta 26 trallazos que placan las ansias de los más cafeteros. Entre canción y canción, apretón de manos y gestos de satisfacción.

Una peculiar versión del ‘Tú como yo’ de otro José Luis -Perales- se cuela entre batidos de fresa y nata, petacas llenas de pacharán, botes de Míster Proper, latas de gasolina BP, camisetas de Melendi, pastillas de Avecrem, telescopios, microondas, chubasqueros, aviones a reacción…

A estas alturas de la crónica tengo que confesarles algo: no tengo respuesta a la pregunta que da título al texto. Pretender dar una explicación de por qué nos sigue entusiasmando el cruel relato de ‘El balneario’, por qué nos dejamos la garganta enumerando la serie de tropelías de ‘Tú me induces al mal’ o por qué se nos van los pies con el crimen de ‘El sangriento final de Bobby Jhonson’, resulta misión imposible.

Como inexplicable parece llegar a convertir el estribillo de ‘Never ending story’ en la historia de un regalo que no gusta a primera vista pero que acaba entrando: ‘Un disco del Fary’. O vincular la poesía con la funesta práctica de la piromanía en ‘Si yo fuera un poeta’. O fantasear con todas las prácticas surrealistas que narra ‘En la variedad está la diversión’.

A veces, los grupos musicales y las canciones explican una amistad. Este es el caso. Porque la persona que acompañó el pasado sábado a quien suscribe, lleva haciéndolo en los conciertos del Pingüino desde 2007. Hoy, sigue siendo un gran amigo y también es padre de Darío.

Aguanten José Luis y Mario, porque quizás algún día, el pequeño Darío -que hoy gatea su año y medio-, pueda pronunciar en alto, en esa misma cola para el enésimo concierto pingüinero, aquella colchonera pregunta sin respuesta: «Papá, ¿por qué somos del Pingüino?».

Crónica: Victor Blanco
Fotografías: Nacho Arranz

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