«El Corresponsal Espectador Anónimo»
Crónica del concierto de AC / DC – Estadio Metropolitano – 12/07/2025
GRUPO: AC/DC
UBICACIÓN: Estadio Metropolitano de Madrid
FECHA: 12 de julio de 2025
ETERNAMENTE ANGUS, ETERNAMENTE YOUNG
A estas alturas, ya tendréis sobreinformación acerca de la actuación acaecida este pasado sábado de la banda más universalmente conocida de hard rock, heavy metal, o como demonios queráis denominarla, en definitiva, de ROCK. Así pues, para quien tenga a bien perder unos minutos, os contaré como lo viví.
En mis tiempos más mozos (el Pleistoceno), el heavy (así lo denominábamos) ocupaba bastante espacio en los medios. De hecho, en la escena nacional irrumpieron con fuerza bandas como Barón Rojo y Obús, que eran los que de verdad llenaban los pabellones. Imposible resistirse a la corriente. Y la referencia para todos ellos, por encima de los demás, eran los AC/DC.
Así pues, debo decir que su repertorio en la era de Bon Scott me es relativamente conocido. Luego, tras el fallecimiento de éste, la publicación de “Back In Black” con la incorporación como vocalista de Brian Johnson fue un acontecimiento mundial; por algo es uno de los discos más vendidos de la historia, más de 50 millones de copias: imposible no subirse al carro.
Y hasta aquí (1981-1982), llegó mi “estrecha relación” con la banda australiana. El descubrimiento de otros sonidos y otros estilos me alejó definitivamente del heavy.
Pero AC/DC, amigos y amigas, es otra cosa. Su segunda vida en este siglo, en el que pasaron de tocar, al menos en España, en pabellones y plazas de toros a llenar estadios (como el Vicente Calderón), me creó la necesidad de tener que verlos en directo, al menos una vez.
Y, por fin, el sábado 12 de julio me saqué la espina (más bien estaca) de golpe.
Desde primeras horas de la tarde, mi barrio comenzó a teñirse de negro. Esta vez las camisetas de la gente no eran de rayas (aunque alguna había) sino camisetas negras con distintas referencias al grupo en cuestión.
Supongo que debe ser uno de los grupos con mayor facturación en merchandising (junto a los Stones), por no hablar de las diademas luminosas con los famosos cuernos demoniacos.
Para empezar, tuvimos suerte y la climatología nos dio un respiro, hacía calor, pero no sofocante. Un buen número de asistentes, sobre todo los de localidad de pie, decidimos saltarnos a los teloneros, en mi caso, unos ilustres desconocidos.
Según se acercaba la hora señalada, las 21:30, los nervios y la expectación crecían progresivamente, hasta el punto de “exigir” el comienzo del show antes de tiempo.
Por suerte, no hubo que esperar mucho, y con una puntualidad inusual, en las pantallas gigantes se proyectó una especie de corto animado: desde el interior de un vehículo circulando a toda velocidad, este se dirigía a España, a Madrid, al estadio Metropolitano, se colaba por la entrada e irrumpía en el propio escenario, momento en el que los miembros del grupo atacaban los primeros acordes de “If You Want Blood…”.
Las denostadas condiciones acústicas de este estadio, por esta vez, al menos desde la zona de pista, no fueron tan terribles. Bien es cierto, que la voz de Johnson quedaba engullida por las guitarras demasiadas veces, y en ocasiones con un molesto efecto de eco, pero, ya sabemos que la verdadera estrella de este grupo es Angus Young. Armado con su característica Gibson SG y ataviado como su sempiterno uniforme de colegial, de color rojo para la ocasión, con gorra amarilla, comenzó su particular maratón desde el minuto uno (¿cuántos kilómetros recorrerá en cada concierto este ilustre septuagenario?). Por su parte, Brian Johnson también lució sus “mejores galas”, esto es, su gorra calada hasta las cejas y su camisa deportiva sin mangas.
El resto de la banda, Matt Laug a la batería, Chris Chaney al bajo, y el sobrinísimo Stevie Young a la guitarra, cumplen sobradamente su imprescindible función, permaneciendo en un discreto segundo plano.
Para mantener el nivel, el segundo tema fue “Back In Black”, quienes remolonearan para entrar se lo perdieron. En apenas diez minutos de concierto, quizá antes, la conexión público-banda ya era total. He de decir que he tenido la fortuna de asistir a muuuuchos conciertos, pero pocas veces (ninguna para ser exactos) he visto a 50.000 personas botando y cantando durante dos horas y media con tal entusiasmo.
Para evitar despistes, el repertorio escogido para esta gira es un auténtico “grandes éxitos” non stop, no hay lugar para blues, ni baladas, ni frikadas para fans recalcitrantes.
Gracias a las tres pantallas gigantes, centradas sobre todo en Angus y Brian, pudimos ver con detalle los que ocurría en el escenario, pues estaba inusualmente a poca altura sobre el suelo. A la media hora, los parroquianos de este templo tuvimos nuestro propio escalofrío de placer; si cada quince días escuchamos “Thunderstruck” por megafonía cuando el speaker recita la alineación del equipo local, ahora era de verdad, los mismismos AC/DC estaban allí en persona tocándola en directo… uufff.
Y como ya he dicho, seguían los trallazos: no faltó la aparición de la famosa campana para el comienzo de “Hells Bells”; un par de temas después, el aforo terminó de enloquecer cuando comenzó a sonar uno de los riffs de guitarra más famosos de la Historia: quien escuche música, aunque sea de vez en cuando, y no reconozca “Highway To Hell “que se lo haga mirar; por mi parte, a qué negarlo, se me puso un nudo en la garganta y el vello de punta; un vendaval de emociones acudió a mi cerebro, y, por lo que pude apreciar, algo parecido le ocurrió a varios miles de asistentes también.
Solo habían transcurrido 45 minutos, y ya tenía claro que estaba presenciado algo inolvidable.
La sucesión de temas clásicos parecía no tener fin, para desembocar en una triada de p*ta locura: “You Shock Me All Night Long” en modo karaoke brutal, coreando hasta los riffs de guitarra (para mi gusto, su mejor tema de todos los tiempos), “Whole Lotta Rosie” y acabar con un interminable “Let There Be Rock”. Y lo de interminable lo digo en sentido literal. En este tema, el bueno de Angus decidió que había que batir algún tipo de récord, ejecutando el solo de guitarra más largo de la historia (con subida y bajada de plataforma incluidas), unos veinte minutos tirando por lo bajo. Sinceramente, para los no iniciados, esto fue un auténtico bajón. El resto de la banda lo aprovechó para tomarse un merecido descanso.
Y con este anticlímax, se dio casi por terminado el show… hasta los bises programados.
Un par de temas, más que suficientes: “T.N.T.”, y la esperada aparición de los cañones para terminar de atronar al personal con el himno “For Those About To Rock (We Salute You)” …cañonazos, bengalas y fuegos artificiales ¿se puede terminar un concierto de este tipo de otra manera?
En definitiva, un espectáculo, que, sin ser especialmente innovador en cuanto a efectos visuales, ni ser un derroche tecnológico de última generación, ni tener el repertorio de canciones más exquisito, es algo que los amantes del rock, del pop, en definitiva, de la música popular, deberían presenciar al menos una vez en la vida.
Supongo que ya me puedo “retirar” tranquilo: a lo largo de los años he tenido la inmensa fortuna de ver en directo a prácticamente todos los grandes, pero me faltaban los que, quizá, son los más especiales… ¡¡¡Larga vida al Rock, larga vida a AC/DC!!!
Luis Guilló
Corresponsal Espectador Anónimo… más de cuatro décadas viendo, escuchando y sobre todo, disfrutando de la música.