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«El Corresponsal Espectador Anónimo»
Biffy Clyro – Ellipsis – 2016

GRUPO: Biffy Clyro
ÁLBUM:
Ellipsis
AÑO: 
2016

ESCOCIA TUVO QUE SER

La inagotable cantera escocesa no para de alumbrar grupos periódicamente; además, es increíble la facilidad con la que se hacen hueco enseguida en las listas de éxitos. Nunca he estado en Glasgow, pero me transmite la sensación de que, en cada pub, cada día, está tocando el próximo grupo revelación del año.

Biffy Clyro comenzaron su andadura en 1995 cuando Simon Neil (voz, guitarra) y los hermanos Johnston: James al bajo y Ben a la batería, unieron sus destinos. Hubo que esperar a 2002 para que su primer trabajo, “Blackened Sky”, viera la luz,

Sus influencias son muy diversas, desde el trash metal hasta el rock progresivo. Por momentos pueden recordar a Metallica, o sonar como Foo Fighters; incluso hay temas que sugieren la grandilocuencia de Muse. Por añadir más ingredientes al cóctel, no pocas veces, Neil y compañía se han declarado admiradores de la banda de Josh Homme, Queens Of The Stone Age, y su peculiar estilo stoner rock.

Con su cuarto álbum, “Puzzle”, publicado en 2007, saborean el éxito por primera vez, repitiendo éste años más tarde con la edición del doble cd “Opposites”

En 2016, año de lanzamiento de “Ellipsis”, alcanzan definitivamente el número uno en el Reino Unido. Tras una breve intro vocal, el disco abre con unos riffs brutalmente saturados en “Wolves Of Winter”, canción épica en la que se resalta el poder de la unidad y la fuerza como grupo ante los desafíos.

Pero no todo el disco tiene el mismo tono. A lo largo del mismo se alternan los temas, podríamos decir, más filo heavys como “Herex” u “On A Bang” con temas más acústicos, como “Medicine” o “Re-Arrange”. Bien es cierto que, incluso en los temas más duros, siempre subyace una melodía pop, lo que hace que sus temas sean pegadizos y de fácil escucha, mismamente, “Howl”, que me parece de lo mejor del disco.

En mi opinión, precisamente esa alternancia hard/folk es lo que hace que la escucha del mismo se haga más amena, consiguiendo rebajar las pulsaciones con una baladita tras el subidón de algunos de sus temas más cañeros.

Tuve la ocasión de comprobar que, en vivo, son bastante cafres, en el mejor sentido de la expresión. Asistí al concierto que dieron en el Wizink en enero de 2017 presentando este trabajo.

Para la ocasión, y creo que es su práctica habitual, se acompañaban de un cuarto miembro como segundo guitarrista o teclista, según lo demandara el tema en cuestión.

No sé si fue debido a que me situé relativamente cerca de las columnas de sonido, pero estuve medio sordo (aún más) un par de días. También recuerdo no haber visto nunca cambiar tantas veces de bajo a ningún bajista, debido a que el bueno de James se cargaba mínimo una cuerda en cada canción.

Y lo que tampoco he olvidado es la sensación gratificante con la que te quedas cuando sueltas adrenalina a volumen brutal.

Cuando queráis pasar un buen rato, desahogaros, y, de paso, ajustar cuentas con algún vecino molesto, poned este disco a toda pastilla. Ya veréis que a gustito os quedáis.

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