“Mejor con Notario”
Enrique Urquijo y Los problemas – Desde que no nos vemos – 1998
GRUPO: Enrique Urquijo y Los problemas
TÍTULO DEL ALBUM: Desde que no nos vemos
AÑO: 1998
IDEA PORTADA: Enrique Urquijo
DIBUJOS CARPETA: Pía Minchot y María Urquijo
DISEÑO GRÁFICO Y FOTOGRAFÍAS: Fernández & Zen
A las seis de la tarde, ya nos habíamos bebido todo el dinero. Desde el medio día dándole al alpiste es lo que tiene. Había cajeros, sí, pero se nos antojaban lejos. En esos años, además, lo de pagar con el móvil en un bar era imposible. Los teléfonos servían para hablar y muy poquito más. Abundemos: hablamos de cuando se pagaba en pesetas.
Decidimos llamar a unas amigas y que nos sacasen del atolladero. Las primeras a las que llamamos, pasaron de nosotros. Llamamos a otras amigas. Como las primeras, hicieron caso omiso a nuestra petulante invitación. La piba agenda menguaba (nunca fue muy amplia). A la tercera, como suele ocurrir, fue la vencida. Engatusamos a dos amigas para que vinieran con cash a rescatarnos del bareto en cuestión. Las prometimos el oro y el moro (esto es políticamente muy incorrecto). Les prometimos el ágape y el árabe (mejor ¿no?): Un concierto de Enrique Urquijo y Los Problemas en el Hard Rock. El único problema es que no teníamos entradas.
Ya convertidos en cuarteto, pagadas las deudas y con una melopea (nosotros, ellas, no) de las que hacen afición, decidimos pasar por la prueba de sonido de la banda. Sacamos un viejo carnet de prensa que nunca había servido para nada. Y con la seguridad que da el alcohol, embaucamos a un camarero para que nos dejara pasar (por fin, cinco años en la cafetería de Periodismo servían para algo). Pasamos. La banda probaba sus instrumentos. Dejamos a las chicas aparte y nos pusimos a hablar con un caballero que resultó ser el manager de la banda. Notario de apellido y Manuel de nombre. Bueno, seamos sinceros. Hablar, lo que se dice hablar, poco. Más bien, balbuceábamos nuestras credenciales: MTV, Times, National Geographic, BBC… no creo que le quedara claro el medio para el que trabajábamos, pero como hombre de mundo que es comprendió que de las tres “des” que se achacan a los periodistas (dipsómanos, divorciados y desequilibrados –depresivos, según versiones-), la primera, la de borrachuzos dicho en elegante, la cumplíamos con nota.
El camarero observaba nuestra desenvoltura con el manager y parecía tomar nota. El manager, paciente como pocos, nos daba bola.
Salimos satisfechos de la prueba de sonido. Enganchamos a las “señoritas cajero” y entramos en un Seven Eleven a comprar una máquina de fotos de usar y tirar (en esa época las fotos que hacían los móviles eran nefastas). Nos estábamos tomado muy en serio nuestra corresponsalía musical.
Pocas cervezas después, volvíamos al Hard Rock sin las pertinentes entradas, pues a la falta de dinero se sumaba el sold out que figuraba en la puerta del local. Cargados (muy cargados) y cegados (muy cegados) de responsabilidad periodística, bajamos a la sala donde en pocos minutos comenzaría el concierto. Una gran cola nos precedía, pero el alcohol que hace valientes a los cobardes nos empujó a rodear la cola y dirigirnos a una pequeña puerta aledaña. El camarero de marras estaba junto al puerta, nos saludó y le comentó al segurata: “¡Qué pasen, son del equipo! Ni siquiera nos miramos buscando complicidad, tiramos de las chicas y entramos con decisión taurina. Una vez dentro nos situaron en una zona de la barra acordonada y nos empezaron a servir copas que -¡oh, milagro!- no había que pagar porque “éramos del equipo”.
Salió la banda con Enrique Urquijo al frente. Nuestro héroe. Aplaudimos, silbamos, gritamos oé, oé, oé. Piropeamos a Begoña Larrañaga hasta que se sonrojó. Nuestras acompañantes se movían entre la admiración y la vergüenza… “pero, estos tíos, ¿de verdad son del equipo?”.
Nuestra efervescencia, copa gratis pacá, copa gratis paquí, seguía en aumento y eso que el disco que presentaba Enrique, aunque contenga alguna de las piezas imprescindibles del pop en español, no se presta precisamente a hacer pogos… (nosotros los hacíamos).
Terminó el concierto y nuestra ubicación propició que varias mujeres se acercasen a nosotros para solicitar favores de Enrique porque “éramos del equipo”. Nos olvidamos de nuestras “cajeras” que, visto lo visto, se marcharon sin despedirse.
Ya que estábamos a las puertas del backstage y “éramos del equipo”, entramos con varios cedés para que Enrique se los firmara a nuestras nuevas amigas. El genio musical (lo era, sin duda) nos miraba con cierta aprensión e imaginamos que pensando cómo habíamos llegado hasta ahí. Educado, pero asustado, firmó todo lo que le pedimos, pero, eso sí, no nos quiso decir a qué local acudiría a continuación.
No obstante, nos dio igual. Salimos como pavos reales del backstage y nos reencontramos con las fans que nos habían pedido el favor. Capturamos algún teléfono y poco más. Nuestra condición empezaba a rayar lo lamentable.
Como los cortés no quita lo valiente, antes de retirarnos fuimos a despedirnos del manager y le comentamos que teníamos una banda de la que, a modo de Blues Brothers, éramos los frontmen y que tenía que oírnos. Él más educado y sobre todo mucho más sobrio que nosotros nos dijo que le mandásemos una maqueta.
¿Qué por qué dijimos eso? Pues han pasado más de veinte años y todavía no lo sabemos. Lo más cerca que hemos estado de tener una banda es cuando en Navidad cantamos villancicos con nuestro primos y primas.
Lo único bueno de esta historia es que cuando fuimos a entrevistar a Manuel Notario, no se acordaba para nada de nosotros. A Dios gracias, damos fe.
AMOR SE ESCRIBE CON LLANTO, con esto ya está todo dicho, no? La canción que compuso el colombiano Dalmar es preciosa pero es que la versión de Enrique es sublime. Todo el disco lo es .Gracias por la crónica! Me ha encantado.
Jajajjajaja que historia más buena. No sé qué hay de verdad o exageración, pero me ha encantado. Me gustan estas historias extremas. En cualquier caso, menudos dos piratas…
La crónica hiper graciosa!!
Me he desmelenado!!!
La historia si es real, os salió redonda, quedasteis ante aquellas chiquetas como unos máquinas.
Y desde luego, dar gracias a que Notario no se acordase de vosotros, que intuyo que si así hubiese sido, ayer no hubiera habido entrevista alguna con este paciente hombre.
De Enrique Urquijo poco que añadir, toda su discografía aparte de sabermela…. me emociona!!!!!
La madre que os parió al cronista y su acompañante. Eran del equipo. Lo que me he podido reír. Si lo que se cuenta es cierto morro es lo que os sobra. Gran final de día. Hoy no pude leerlo por la mañana. Gracias por estos momentos. Por cierto dad gracias a que Notario no se acordaba de nada sino entrevista fallida jajajaja
Que Notario no se acordara de unos borrachuzos desvergonzados no me extraña…lo asombroso es que la amnesia alcohólica no hizo mella en vosotros… tenéis mi rendida admiración.