“Poco en común (muy poco)”
Luis de la Guardia – Luis De la Guardia – 2018

GRUPO: Luis de la Guardia
TÍTULO DEL ÁLBUM: Luis de la Guardia
AÑO: 2018
DISEÑO PORTADA: Luis de la Guardia

Fue cuando dejamos de hablarnos, como es lógico y natural. O eso pensaba yo, que era lógico y natural después de tanto compartir, poco a poco, de forma natural y por pura lógica, dejar de hablarnos.

Comenzó, naturalmente, con las cosas importantes. Hablar de cosas importantes, con el tiempo, podía abocarnos a una discusión. Los asuntos susceptibles de ser discutidos o solo los que teníamos la certeza de terminar discutiendo quedaban suprimidos. No se hablaba y punto. Por tanto, no se discute. Lógico y natural. Dos no discuten si uno no quiere. Y no te digo si son dos los que no quieren. Poco a poco, lógico, cualquier tema podía dar lugar a debate, y si había debate, de manera completamente natural, llegaba la discusión.

El silencio se fue imponiendo. Un estruendoso silencio -¡pedazo de oximorón!- que fue llenado casa y cabezas. Cada resquicio estaba repleto de silencio, como cuando el moho hace su aparición y termina colonizándolo todo.

Al principio se utilizaba la música a modo de árnica, hasta que la música, estilo, volumen o ecualización, se convirtió en asunto discutible.

A continuación, fue la tele, siempre encendida, pero bastaba que a uno le interesara una noticia, programa o película para que al otro le disgustara. Nuevo asunto discutible. Adiós a la tele.

Y así se fue instalando el ruidoso silencio y como se fue instalando en silencio, no fuimos conscientes hasta que ocupó el cien por cien de nuestras vidas.

Y fue irrecuperable, intransitable. Tanto que empecé a rogar por un acufeno, en su defecto, un atasco a pie de ventana o una obra de algún vecino misericorde.

Un día decidí programar el equipo de música para que sonara, cuando ella estuviera sola, Poco en común de Luis de la Guardia; un magnífico y tristísimo -por real- tema de su último EP.

Cuando regresé a casa no tuve que explicarle nada y, como ya era costumbre, en silencio, recogí mis cosas y me largué.

Ahora es el mar el que ocupa el silencio. El sonido del océano llena los momentos que paso a solas. Hablo con desconocidos cuando me apetece, miro a desconocidas y contemplo el océano con la mente en blanco hasta que el vaivén de las olas se acompasa con el ritmo de mi respiración.

El silencio ya no duele. El silencio, ahora, es solo silencio.