“Botellón siglo XX versus botellón siglo XXI”
Revolver – Si no hubiera que correr – 1992
GRUPO: Revolver
TÍTULO DEL ÁLBUM: Si no hubiera que correr
AÑO: 1992
Nocturnidad, premeditación y alevosía. También, complicidad, ocultación y un vaso de chupito. Esas eran las claves para el botellón de finales de los 80 y primeros de los 90 del siglo pasado. El ingrediente principal: DYC o tequila Jalisco made in Ciudad Real; todavía no se llevaban las marcas blancas.
Quedabas de viva voz o a través del teléfono fijo (tampoco había móviles) con los cinco, seis, ocho, como mucho, amigos y se determinaba quién compraría la bebida y quién llevaría el vaso de chupito (si este se olvidaba, se utilizaba el tapón de la botella).
En nuestro caso, trabajábamos mucho el botellón en la playa. Nos alejábamos del paseo marítimo y buscábamos las pertinentes hamacas para montar el chiringuito. No había música. Jugábamos a diferentes cosas para el que perdiese, bebiese un chupito. A medida que el alcohol hacía mella en nuestro entendimiento, la ingesta de whisky o tequila aumentaba exponencialmente y los himnos musicales del momento entraban a formar parte de nuestras rítmicas letanías. El botellón unía y los percances y anécdotas que se vivían pasaban a formar parte de nuestras conversaciones del día siguiente.
Ahora ya no es así. Los más jóvenes, y no tanto, quedan en convocatorias multitudinarias vía redes.
No buscan necesariamente la nocturnidad ni el alejamiento de zonas concurridas. Llevan vaso de chupito (para el Jaggermaster),pero también vasos de tubo, hielos, toda clase de espirituosos y amplia gama de diferentes refrescos. En sus coches, con el portón abierto, suena reggaeton a todo trapo.
Suelen ser multitudinarios, pues eligen aparcamientos de centros comerciales o parques previamente marcados.
El botellón del siglo XXI es un acto social en el que los diferentes micro botellones conforman un macro botellón en el que, a medida que se produce la ingesta, se van delimitando los objetivos y tiene lugar -el término está establecido- la “putivuelta”. Consiste en acercarse al grupo seleccionado con la excusa de cambiar hielo por Fanta de limón y así entablar contacto físico y no solo visual.
Y otra cosa. El botellón no es algo esporádico para escapar de la rutina es algo, precisamente, rutinario.
Dos modelos bien diferentes. Dos formas de entender, quizá, el esparcimiento, puede que hasta la vida.
Yo, como nostálgico empedernido, me quedo con el mío, con el de 1992; el de la playa, en el que salíamos (después de recoger nuestras inmundicias) cantando el Si es tan solo amor, de Revolver.
Mi primer tequila fue en la playa. De botellón con mi cuadrilla. En el 90 o 91..
Yo botellón como tal no he hecho nunca. Lo más jugar al un limón y medio limón, a la botella o a la prendas, alguna vez con alcohol de por medio, pero pocas.