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“Yo fui Carl Perkins”
Johnny Cash – Johnny Cash at San Quentin – 1969

GRUPO: Johnny Cash
TÍTULO DEL ÁLBUM:  Johnny Cash at San Quentin
AÑO: 1969

Le he puesto la mano encima a muchos tíos. Y no solo la mano. Barras de hierro, bates de béisbol, cadenas… Todo lo que sirviera para infligir daño.
Jamás le puesto la mano encima a una mujer a no ser para acariciarla. Pero me condenaron por agresión machista. La jueza hizo caso omiso a mi declaración.

La paliza se la había dado su marido. Yo era su amante. Y, precisamente por eso, la tenía en un altar. Ella se asustó, se arrugó y no fue capaz de contar la verdad, de acusar al que le había roto tres costillas y le había desfigurado la cara.

Ella se condenó a pasar el resto de sus días con el hombre que un mal día eligió para compartir su vida. Ella me condenó a seis años en el penal más duro de California.

Mi nombre es lo de menos. Lo único que interesa en esta historia es que fui condenado por algo que yo no hice y que por eso mismo decidí escaparme de San Quentin.

Mientras llegaba mi momento, fui un recluso modelo. Era capaz de comerme 50 huevos duros en una hora, y lo hice. Ganar la apuesta me proporcionó cinco cartones de Kruger, pero a lo que dediqué más tiempo fue a aprender a tocar la guitarra. En la celda contigua, Punch, un canalla con gran estilo, me enseñó mis primeros y últimos acordes; se me daba bien.

Mi buen comportamiento hizo que me designara preso de confianza y cuando Johnny Cash vino a dar su concierto al penal, yo estaba de encargado en el backstage.

Todo vino rodado. El guitarra de Cash, Carl Perkins, antes de subir al escenario,me pidió que le acompañara al baño. Lo vi claro.

Éramos más o menos del mismo tamaño, lucía gafas de sol y sombrero tejano. Le dejé sin sentido y cogí prestado su atuendo. Él quedó maniatado a la tubería de la cisterna del wc y con un pañuelo le impedí hablar.

Cuando regresé al backstage cogí su guitarra. Johnny me miró y se dio cuenta de mi treta, pero hizo caso omiso y tan solo me espetó un: “¡no me dejes en mal lugar y sales con nosotros!”.

Me arranqué con el solo de Wanted man y Cash me miró aprobatoriamente. Entre el público, Punch, mostraba su cara de satisfacción por el trabajo bien hecho. Tal fue mi éxito que al finalizar el concierto, justo antes de montar en la furgoneta que nos sacaría de San Quentin, el alcaide me pidió un autógrafo. Por supuesto que se lo concedí y, además, firmé con mi propio nombre.

 

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