VinylRoute

Web de música, entrevistas y crónicas

«La noche mágica de la rumba catalana»
Los Manolos – Una Aventura – 1992

GRUPO: Los Manolos
TÍTULO DEL ÁLBUM: Una Aventura
AÑO: 1992

Era 9 de agosto y aún quedaba verano por delante. Pero, a esas alturas del año, un país entero llegaba ya plenamente desbordado de emociones. Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92’ tocaban a su fin y había que abrochar la función como se despiden las cosas en España: con una buena fiesta. Los responsables de organizar aquella ceremonia de clausura lo tenían claro desde meses atrás. El remate final a las Olimpiadas debía llevar una banda sonora popular que representara la propia esencia de la ciudad de Barcelona. En dos palabras: rumba catalana. Así que se pusieron manos a la obra y convocaron a Peret, el gran patriarca del fenómeno que había regresado a la música poco antes tras 7 años como pastor en la Iglesia Evangélica de Filadelfia. Esta vez iba a tener otro tipo de misión: crear una canción sobre la ciudad condal para el cierre de aquella actuación musical. Así nació ‘Gitana hechicera’, para la que Peret se sirvió de un estribillo creado precisamente durante su etapa evangélica: donde decía “Jesucristo es poderoso, Jesucristo tiene poder”, ahora iba a cantar “Barcelona es poderosa, Barcelona tiene poder”.

El siguiente objetivo era completar la alineación rumbera para 6 millones de telespectadores en España y varios cientos más que iban a estar pendientes de la pequeña pantalla en todo el mundo. Para ello, la palabra de Peret volvió a ser sagrada. Así se lo confirmó a Juan Puchades en el libro ‘Peret. Biografía íntima de la rumba catalana’. “Los Manolos estaban funcionando muy bien y habían tenido éxitos, y tenían que estar allí, así que llamé a Los Manolos y a Los Amaya. También pensamos en los Gipsy Kings, pero pasó algo y no pudieron estar”. En esta misma obra, el productor Rafael Moll, aclara que esta ausencia se debió sencillamente a que el cantante solista de los Gipsy Kings no asistió a la grabación del tema que iban a interpretar en aquella ceremonia. Moll lo explica así: “Llegamos al estudio y el cantante no se presentó. (…) El tío no sabía leer y no se había aprendido la letra y le daba vergüenza que se supiera que no sabía leer”. Así las cosas, el tridente para la ceremonia de clausura ya estaba listo con una premisa: cubrir tres generaciones de rumberos. Peret (el padre fundador que compartía honores con Antonio González ‘El Pescaílla’), Los Amaya (grupo que hizo de puente entre ambas hornadas durante los 70’ y 80’) y Los Manolos (la última alegría del género con un éxito reciente como gancho: ‘All my loving’).

Las horas previas al momento en que la rumba catalana saludó a todo el mundo por televisión, nos las cuenta Rogeli Herrero, miembro de Los Manolos: “Nos citaron en un hotel en la Vía Augusta a las 16.00h. Desde allí, fuimos en minibús al estadio. La primera sensación al entrar fue de impacto: era como llegar al circo romano”. La figura de Peret se vuelve más fundamental aún en este tramo de la tarde: “Él durante los ensayos ya nos iba preparando. Y en esos momentos nos hizo un poco de ‘páter’. “No passa res, estad tranquilos. Hagamos lo que sabemos hacer, cantar rumba”. Los Amaya contribuyeron a su manera, tal y como recuerda Rogeli: “Habían llevado un botella de whisky gran reserva, porque allí (en los camerinos) no había nada de alpiste. Nos hicimos una copichuela, aunque con todo el montón de gente que éramos, aquello no llegaba ni a medio chupetín (risas). Era un poco la gracia de compartir ese momento”.

Al filo de la medianoche, se anuncia por megafonía que llega el momento de “rendir tributo a los atletas de las 172 delegaciones participantes en estos Juegos de la XXV Olimpiada. Ellos van a ser ahora las estrellas de esta ceremonia”. Y los deportistas se lo tomaron al pie de la letra. Con Peret, Los Amaya y Los Manolos a punto de comenzar, una bandada de chándals comienza a tomar un escenario que no estaba preparado para aguantar tanta carga. Algunos de ellos llegaron trepando o recibiendo la ayuda de los que ya estaban arriba. Un minuto y once segundos después del primer acorde, la súplica de Constantino Romero retumbó en todo Montjuïc: “Atletas, bajen del escenario”. El temor a que aquello se viniera abajo y la noche de alegría tornara en tragedia fue real. Rogeli Herrero recuerda aquellos minutos: “Durante los ensayos se habían puesto marcas en el suelo para organizar a los grupos. (…) Como los atletas no se iban, Peret da la señal de subirnos a la grada de cemento del estadio”. Y recuerda también la euforia en los ojos de los deportistas: “Vimos a algunos que llevaban botellas discretamente. Después de dos semanas compitiendo, la gente se puso estupenda (risas). Era una fiesta”. El caso es que los atletas se fueron bajando gracias al personal de seguridad y la ayuda de los voluntarios, que llegaron a formar una cadena humana para ir desplazando poco a poco a la multitud hacia la pista. El susto había pasado. En el tiempo que duró la ‘invasión’, ya habían sonado tres temas de aquel popurrí diseñado para la ocasión: ‘Yo soy la rumba’ (Peret), ‘Vete’ (Los Amaya) y ‘All my loving’ (Los Manolos). Cuando empezó a sonar ‘Caramelos’ (Los Amaya), el panorama ya parecía despejado. Tras ella vendría ‘Una aventura’, de Los Manolos.

Cabe detenerse en esta versión de una salsa que había lanzado dos años atrás el colombiano Grupo Niche y Los Manolos pasaron por rumba. Una letra del compositor Jairo Varela que llegó en directo a millones de personas en todo el mundo como, a buen seguro, jamás imaginó la banda sudamericana. Escuchar la versión original de ‘Una aventura’ es comprobar la brillante habilidad de Los Manolos para ‘rumbear’ una canción con clase y puntería. Rogeli Herrero señala que “siempre hemos sido seguidores de la salsa, la música de Cuba…mi padre ya la ponía en casa y le llamaba ‘música antillana’. Los Manolos tenemos canciones que responden a este repertorio, como alguna de Rubén Blades. Y otras como ‘El gitano Antón’ y ‘El muerto vivo’ también proceden de este sonido. Cuando escuchamos ‘Una aventura’ nos gustó. Y como decía Gato Pérez, ‘Ahí se queda la canción’”.

El set musical de aquella noche lo completó Peret con ‘El meu avi’, ‘Borriquito’ y ‘Una lágrima’. Y para el cierre del cierre, la ya mencionada ‘Gitana hechicera’ que interpretaron en conjunto. El final feliz de una ceremonia que demostró la atracción del género a la improvisación y la espontaneidad. Porque, como nos recuerdan Los Manolos: “En la rumba no hay escaleta”.

Víctor Blanco

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *