«En memoria de Antonio Zancajo»
La Mode – El eterno femenino – 1982
GRUPO: La Mode
TÍTULO DEL ÁLBUM: El eterno femenino
AÑO: 1982
Todos somos esclavos de la época en que nacemos; la suerte, el destino, la Providencia, o como quieras llamarlo, hizo que me plantase en este tortuoso mundo a mediados de la década de los 60. En consecuencia, tuve la suerte (lo creo firmemente) de que mi adolescencia y juventud coincidiera temporalmente con la mayor explosión musical vivida en España hasta ese momento, y creo, sinceramente, que será difícil que se repita. De unos años a esta parte hay muchísimas más propuestas musicales que hace cuarenta años, y algunas de gran calidad, pero (me) es prácticamente imposible seguir y asimilar todo lo que sale. En esa época era más sencillo; bastaba escuchar las emisoras de radio adecuadas, y, sobre todo, los programas adecuados, para ponerte al día enseguida.
También debo decir que la mayoría de coetáneos escuchábamos todo tipo de música, todo nos parecía nuevo y sorprendente. Igual te metías en vena pop-rock nuevaolero (mi favorito), que un poquito de heavy nacional, rockabilly, tecnopop, reggae/ska… y por supuesto, punk.
Y luego estaban La Mode. La semilla plantada en Paraíso, afortunadamente, creció y evolucionó: textos más elaborados, referencias culturetas, gran presencia de los teclados de Mario Gil, la suave voz de Fernando Márquez, y los peculiares solos de guitarra de Antonio Zancajo. Su primer maxi ya contenía el tema cuyo título constituía toda una declaración de principios: “Aquella canción de Roxy”. Volvieron a grabarla con una nueva mezcla en el disco que nos ocupa, pero yo prefiero el ritmo trepidante de la primera versión. Son solo nueve canciones; curiosamente, la que da título al álbum, “El eterno femenino” (mi favorita), queda relegada para el final, poniendo un gran broche a lo que considero un gran álbum. Junto con “Cita en Hawaii” y “Aquella chica” justificarían de sobra la compra del disco, pero el resto del álbum no desmerece en absoluto.
La producción a cargo de Yayo Aparicio es muy deudora de su tiempo; escuchándolo con perspectiva, quizá hoy día chirríen un poco las baterías programadas (o cajas de ritmos), y posiblemente, los “sintes” y guitarras suenen algo monótonos, pero en 1982 era de lo más moderno y sofisticado.
Por otro lado, el grafismo de la portada y contraportada son también fiel reflejo de la época en que se edita este trabajo, quedando en su conjunto como un fiel retrato de los tiempos (artísticos) que corrían.
Su siguiente trabajo, “1984”, siendo un buen disco, no consigue el mismo nivel de excelencia, y a partir de ahí, ya conocemos la historia, que por desgracia fue más corta de lo que hubiera merecido esta banda.
Y mientras seguimos mirando a “aquella chica que está en la barra, medio tirada”, no perdamos de vista el resto del local, que siempre está entrando gente nueva con nuevas propuestas.
Antonio, espero que estés en el cielo de Hawaii haciendo una gran jam session guitarrera con E. Sierra, A. Vega, Guille Martín y tantos otros…