“Y no me he fumado nada”
La Unión – 4×4 – 1987
GRUPO: La Unión
TÍTULO DEL ÁLBUM: 4×4
AÑO: 1987
FOTOGRAFÍA: Alejandro Cabrera
Hay dos tipos de personas de las que no me fío. Uno, el que cuando le preguntas qué música le gusta, responde: todo tipo de música. ¡No, por Dios! ¡No te puede gustar toda la música y los sucedáneos que se hacen! Eso es imposible.
El otro tipo de personas de las que hablo, ya no es que no me fíe, es que, directamente, creo que deberían ser eliminados por el bien de la especie. Son los que se atreven a afirmar que lo les gusta la música.
Ojo, no hablo de la incapacidad de reconocer melodías, tonos y ritmos y la imposibilidad de reproducirlos, que se conoce como amusia, si no de oír una canción sin sentir ni padecer, sin que se encienda ninguna lucecita en el cerebro sin presentar ninguna patología previa. Y es que hay personas a las que no les gusta y que además no la sienten; sus cerebros son impermeables y las canciones no les proporcionan placer alguno.
Y yo me pregunto: ¿Cómo se puede confiar en una persona a la que jamás se le ha puesto la piel de gallina oyendo una canción o le ha dado bajón o un subidón de la leche? No, no me fío de esa gente.
De natural, soy bastante confiado tirando a pardillo. Pero, ay, si alguien me dice que no le gusta la música. Si es una persona allegada, le recomiendo terapia o le paso alguna pastilla de las que me sobra. Si no me ata nada a ella, huyo como de la peste; no puede ser buena persona, le falta alguno de los genes que nos hacen ser lo que somos.
Tengo una teoría. Todos nacemos con una melodía interior. Me explico. Nadie duda que somos criaturas musicales (salvo esos de los que huyo como de la peste) y que gracias a eso hablamos o, mejor dicho, aprendemos a hablar. Sin aprendernos la musicalidad de las palabras no seríamos capaces de repetirlas. Es más, han existido civilizaciones sin escritura, pero no sin música. Desde la concepción asistimos a una completa sinfonía de ritmos: el corazón de la madre, su respiración, la circulación de la sangre, la noche, el día… De hecho, los recién nacidos ya reaccionan a la música. Es un lenguaje, yo diría que el único, realmente universal: hombres y mujeres de diferentes lugares del mundo y culturas antagónicas reconocen y sienten cuando una música es triste o alegre. Incluso puedes detectar diferentes sabores en una comida o una bebida según la música que estés escuchando.
No estoy descubriendo nada. Sobre esto se ha estudiado mucho. Existen investigaciones contrastadas sobre la reducción del dolor, la depresión, la tensión arterial y muchas cosas más que se consiguen con terapias musicales, pero a mí lo que me interesa es cómo funciona la cabeza cuando se oye y también cuando se compone música. Las emociones que desata son de las que más espacio cerebral ocupan, pero, al mismo tiempo, de las pocas que te permiten seguir funcionando intelectualmente; es más, pueden potenciar la creatividad y la concentración. Me gustaría desentrañar esa melodía interna o descubrir cómo reproducirla… Sería algo parecido a un adn musical.
Con este disco de La Unión, concretamente con el “¿Dónde estabais en los malos tiempos?”, me da por pensar que es muy parecida a mi supuesta melodía interior, personal y única, de ahí la poderosa atracción que siento por la canción… Imagino todo esto como algo atávico, que reside en el núcleo de nuestra estructura cerebral, en nuestro sistema límbico, relacionado con las emociones, pero si me apuráis con las emociones de seres pensantes que nacen en un universo que también es ritmo, música.
¿Cómo es posible que una canción que no has oído nunca, en tres minutos, a veces con tres acordes, sea capaz de sumirte en la tristeza o encienda tu euforia? ¿Cómo es posible que escuchar una canción te haga sentir más atractivo delante del espejo? ¿Por qué ese deseo de compartir nuestras canciones preferidas? Tal vez, porque hay unas neuronas llamadas espejo que se activan con la música y que son las encargadas de generar empatía. Por ejemplo, cuando en un concierto cien, mil o cien mil personas se transforman en una sola al corear una canción. Ese acto, con esa melodía que, tal vez, sea muy cercana a la melodía interna de cada uno, nos devuelve a la tribu de la que, por mucho que nos empeñemos en lo contrario, dependemos.
Quizá os preguntéis cuál sería el papel del compositor en mi peregrina teoría. Pues el de un individuo más sensible o dotado para extraer de su cerebro lo que esconde… Quizá, sería el chamán, el que se pasa la vida buscando una y otra vez la melodía perfecta, su melodía, sin encontrarla, pero que en el camino nos va dejando las muestras de su empeño… Si os dais cuenta, muchos compositores se dan a conocer con una primera canción, sencilla, pero genial, de tres o cuatro acordes y luego no logran componer algo igual de bueno en su vida. Tal vez, porque ese primer vómito creativo estaba aguardando desde su primer día de vida para salir, como parte importante de su melodía interior.
Resumiendo, que se me acaba la batería del ordenador. No entiendo la vida sin música, sin una buena canción que me haga compañía para enfrentarme a los buenos o los malos momentos. No la concibo, en serio.
Igual que algunas canciones esta crónica me ha puesto los pelos de punta. Me ha hecho sentir, pensar, me ha entristecido a ratos, recordándome a personas que ya no están y que quisieron música hasta en su velatorio o que se levantaban tarareando una canción de las que durante la noche habían escuchado en la radio, también me ha levantado el ánimo recordándome a otras que bailan (bailamos) hasta con la música del tiovivo. Estoy con el cronista, no me fío o no me creo a las personas que dicen que no les gusta la música, esa gran compañera en todo momento, en los buenos y en los mejores, en los malos y en los peores momentos de la vida. Gracias por esta gran crónica y esta perfecta elección de portada que también me encanta.
Somos música…y no soy clasista.
Enhorabuena por esta gran crónica.
Cronista, me gusta tu estilo…
Se empieza a notar la mano de Norberto y Bruno. Calidad desenfadada.
Crónica maravillosa. Con la que me siento totalmente identificada. Pero que jamás, para mi desgracia, sería capaz de escribir (ya me gustaría). Pero no me importa ya que tengo la oportunidad y la suerte de poder leer las vuestras.
Yo siempre digo que hay tres cosas que me dan la vida: los días soleados, la risa y la música. Y ahora tengo que añadir, una cuarta, vinylroute 😂😂😘😘
Súper súper super bonita la crónica!!
De acuerdo, yo creo que sin música la vida sería mucho menos emocionante. Como dice el cronista la música crea un montón de emociones distintas dependiendo del momento y por supuesto del tema.
Yo también creo que las personas que no les gusta la música, son personas que carecen de sensibilidad.
Deseando que llegue la entrevista y el miniconcierto de la Unión!!!
Enhorabuena por la crónica vinylroute!!