“Aquella canción de Depeche”
Depeche Mode – Memento Mori – 2023
GRUPO: Depeche Mode
TÍTULO DEL ÁLBUM: Memento Mori
AÑO: 2023
Entró en el bareto como si fuera su casa. A pesar de estar atestado de gente, se abrió paso entre tantos y tantas como si lo hiciera por derecho propio, y así lo entendían los que se iban apartando hacia delante, atrás, a derecha o a izquierda para permitirla llegar a la barra.
Yo estaba acodado en ella –es mi sitio natural- y la vi llegar con su vestido negro y su cara de haber pasado por esa situación centenares de veces.
De su belleza, tranquila, pero curtida, no cabía la más mínima duda. De su personalidad, magnética, tampoco.
Ya, hombro con hombro, le pidió a la joven camarera un single malt y ésta se quedó parada, con expresión de “dame más pistas que a mí me sacan de la cerveza, el ron con Coca Cola y el gin tonic y me pierdo”. Echó un vistazo a la hilera de botellas y la sacó del aprieto con un sereno: un Macallan con dos hielos. Podría haber dicho perfectamente con un par de rocas, pero por deferencia a la juventud ignorante optó por ponérselo fácil.
No podía dejar de mirarla y ella no era de las que rehuía miradas. Con mi triste jugo de cebada en la mano –en ese bareto no tienen Mahou- le pregunté el nombre y me contestó, con cierta displicencia: “Mae”. Imposible hurtar a mi imaginario el apellido West. Su rostro, su forma de moverse, tenían mucho de esas líneas clásicas y provocativas de las actrices americanas de los años 30 y 40.
La banda, potente y muy ensayada, lanzaba un repertorio de temas clásicos que encandilaba al ya veterano respetable que coreaba palabra por palabra estrofas y estribillos. A ella parecía darle igual.
Estaba allí, a mi lado, sí, pero, por otra parte, parecía situarse a mil años luz de todo y todos. Me hacía sentir como Hrundi V. Bakshi en El Guateque, en el pequeño puf en el extremo de la mesa de los comensales invitados. No era por su actitud, era por su presencia. Yo intentando agradar, ella intentando no parecer desagradable.
Nos reímos, todo hay que decirlo; supe colocar algún chiste y un par de comentarios casi ingeniosos, pero no conseguí traspasar la cota de malla que a modo de aura escondía, justo, el lugar al que yo quería llegar.
Curiosamente, teníamos muchas cosas en común. Gustos musicales, destilados, lugares para perderse y cierta hartura de la mediocre rutina cotidiana.
Cuando veía que la hora de despedirse se nos venía encima, me habló del Sicilia, un garito paralelo a la legalidad donde, según ella, preparaban los mejores combinados de Madrid. La suerte me acarició.
Tras un corto paseo, llegamos al local de inequívoco corte clandestino.
Dos negronis y Depeche sonando de fondo. Con My favourite stranger se movía como sirena en el agua; ojos cerrados y cadencia industrial an brazos y caderas.
Apuramos nuestros cócteles y lo que quedaba de noche para citarnos unos días después…
Todavía no ha llegado la fecha, pero cuando oigo aquella canción de Depeche, me permito algo hasta ahora, tras muchos años prohibido: soñar despierto.