«Capitán Haddock»
Adriano Celentano – Azzurro – 1968

Cuando era pequeño, las tardes de vacaciones de verano nos quedábamos en casa. Teníamos la playa enfrente nada más cruzar una pequeña carretera, pero por alguna regla no escrita las tardes eran para estar en casa, en principio descansando y luego jugando en el jardín con primas y amigos, en esa gran familia que eran los veranos infantiles.

Era un ejercicio a veces complicado, en el que había que divertirse sin hacer demasiado ruido para no despertar a los adultos, que dormían la siesta tras una copiosa comida regada seguramente con tinto de verano.

Las pocas veces que bajábamos a la playa en sesión de tarde re-descubríamos un paraíso con luz especial y vacío porque muchas otras familias hacían como nosotros y no se acercaban a la orilla del mar. Era, por supuesto, mucho antes de que las modas y las insufribles escuelas de cierto deporte acuático destruyeran muchos pueblecitos del litoral cantábrico, importando hordas de chavales-robots uniformados.

En esas sobremesas caseras, con unos 13 o 14 años, recuerdo que me tumbaba a escuchar música después de comer. Había llevado algunas cintas grabadas por mi con pop ochentero para escuchar en el walkman, pero como casi nunca tenía pilas suficientes solo me daba para la radio. Y no sé cómo, descubrí de pronto un programa al que llegué a engancharme un verano. Era Flor de pasión de Radio 3, presentado por Juan de Pablos.

La música que sonaba eran conjuntos vocales, soul o música francesa de los años 60. No tenía mucho que ver con el pop entonces actual de mis cintas, pero me gustaba, y también la voz de Juan de Pablos y su complicidad con los oyentes. Eso si, lo que de verdad recuerdo es el final del programa que cerraba el locutor con un saludo de despedida en italiano y con la maravillosa Azzurro interpretada por Adriano Celentano.

Esa canción me marcó. Era un ritmo alegre, un fuerte estímulo para acabar con el reposo y salir a divertirse con renovada energía. Esa es la fuerza de la música ¿no? La letra era en un idioma con un toque exótico pero al mismo tiempo familiar y al final hablaba del azul. El del cielo y el mar. El del verano eterno que tenía por delante.

Lo curioso es que la letra, como supe bastante más tarde, trata de un tipo solo, aburrido en la ciudad sin saber que hacer mientras su novia se ha ido a la playa, y que busca incluso un cura con el que poder charlar. Como con tantas canciones, con esta es mejor no saber lo que dicen sus palabras.

Lo que no sabía yo entonces es que algunos años después conocería Italia, aprendería ese bello idioma en que Celentano cantaba llegando incluso a trabajar en él. Y no solo eso, si no que, sobre todo, mi nueva familia sería tan azzurra como la canción.