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“Corto de café, largo de Quijano”
Café Quijano – La Taberna Del Buda – 2001

GRUPO: Café Quijano
TÍTULO DEL ÁLBUM: La Taberna Del Buda
AÑO: 2001

Corto de café, largo de Quijano

La historia de una banda de música también se cuenta a través de los locales de ocio. Recintos que se convierten en santuarios y lugares de peregrinación para los groupies de turno después de que la letra de una canción les envíe directamente a la posteridad.

Le pasó a El Penta con Nacha Pop y la ‘Chica de Ayer’. Al Rowland con Hombres G y ‘Visite nuestro bar’. Y, a su manera, le sucedió a La Lola con los Café Quijano. Porque, en esta ocasión, el éxito de la canción durante el verano de 1999 sirvió para que Manolo, el patriarca de los Quijano, renombrara al garito que aún regenta desde 1982 en la ciudad de León.

Aunque la canción de los tres hermanos que realmente hace una fotografía sonora del negocio familiar es ‘La taberna del Buda’, lugar donde además ofrecieron sus primeras actuaciones. En esta letra quedan plasmadas las virtudes y los defectos de aquel «local de mala muerte donde se juntan cada noche los de siempre». Y es que aquel tema del tercer disco de los Café Quijano estaba basado en hechos reales.

Lo cuenta Manolo Quijano, la voz del grupo, en su libro ‘Detrás de la letra’ (Sekotia). Una obra cuyo germen reside en un peculiar experimento: el cantante quería dejar por escrito las aventuras de un famoso que se sumerge en el laberinto de pasiones de las aplicaciones de citas. En Tinder, concretamente. Junto a los numerosos escarceos amorosos que relata con más o menos detalle, el autor dedica varias páginas a narrar las anécdotas vividas durante su etapa tras aquella barra: partidas de póker y bacarrá con un millón de pesetas sobre la mesa, un largo atraco a punta de pistola, coches destrozados a la puerta a golpe de bates de béisbol y un disparo accidental cuya señal, dicen, aún puede verse en el local.

Aun con todo esto, Manolo Quijano reconoce que la letra de ‘La taberna del Buda’ resulta un «repaso inocente» de las situaciones y personajes reales. Porque allí llegaban de manera habitual grandes aliados de la noche: camareros de otros bares, dueños de barras americanas, traficantes, presidiarios de permiso, «reinas del amor pactado»…Su decoración de hoy es similar a la de principios de los 90′ y su escasa iluminación sigue siendo marca de la casa. Al fondo, una trastienda que tomó forma tras la excavación en una muralla del siglo III.

Así, la «portuguesa que en nada queda si se quita los tacones» era la más veterana de aquellas trabajadoras de la noche. Y el «decano» era el de los Juzgados de León, a cuyas instalaciones llegó a trabajar en alguna ocasión procedente directamente de La Lola. Él fue además, el responsable de uno de las episodios más curiosos en los más de 40 años de historia del local.

Margarita Mariscal de Gante, ministra de Justicia a finales de los 90, había llegado a León para la inauguración de las nuevas dependencias judiciales en la ciudad. El ya citado decano de los Juzgados de León tenía claro el plan que vendría tras la cena: visita al local de los Quijano hasta que el cuerpo aguante. Pero había un problema: tras revisar el local, los escoltas de la ministra desaconsejaban por completo aquella visita. La calle se encontraba prácticamente intransitable debido a unas obras en el alcantarillado que junto a la lluvia formaban un perfecto barrizal. La propia fisionomía del local, con una estrecha escalera de madera al baño y los espacios tan limitados no convencían para nada al equipo de seguridad de la ministra. Sólo el empeño e ímpetu del decano permitieron que su plan post-cena saliera adelante. Aquello acabó al amanecer, tras una noche de bailes varios y toda una ministra del Gobierno de España saliendo del bar a plena luz del día mientras se arremangada el vestido y llevada casi en volandas por sus escoltas para no mancharse de barro.

‘Detrás de la letra’ es un recopilatorio de recuerdos y confesiones del autor que explican gran parte de la carrera de Café Quijano. Sus páginas nos dan a conocer detalles curiosos como que la voz del tenista Carlos Moyá puede escucharse entre los coros de la canción ‘De piratas’ o que el look con sus identificativos trajes de lino a medida están inspirados en la vestimenta del personaje ‘La máscara’ de Jim Carrey. Descubrimos además la estrategia que llevaron a cabo los tres hermanos para que su segundo disco rompiera el cascarón y accediera a puestos respetables en las listas de ventas: consistía básicamente en formar una red de colaboradores que comprarían varias copias del disco en tiendas repartidas por toda España. Lo hicieron en pequeñas cantidades, para no levantar sospechas. El grupo pagaría a esta legión de amigos todos los gastos y el tiempo les recompensó generosamente con millones de discos vendidos con ‘La Lola’ como principal atractivo. Una canción que nació en la localidad leonesa de Armunia, de madrugada y tras un solo de guitarra ejecutado con un mechero Bic. ‘La Lola’, por cierto, se llama Carla Benítez y era presentadora de televisión. Es la historia que cuenta Manolo Quijano y con la autoridad que se le presume a su propio autor debemos acoger el relato.

Si pasan por León y quieren visitar otro tipo de santuario, ‘La Lola’ resulta una peculiar alternativa. Paredes empapeladas con discos de oro y platino junto a decenas de fotos con rostros de la música que probaron sus licores. Al filo de la madrugada, la música de los altavoces cesará y Manolo Quijano, el padre de las criaturas, agarrará una guitarra para deleitar al personal con un directo casi improvisado en un lugar donde el café, precisamente, no es la consumición estrella.

Victor Blanco

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