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«Bajo el cielo infinito»
Creedence Clearwater Revival Featuring John Fogerty – The 20 Greatest Hits -1976

TÍTULO DEL ÁLBUM: The 20 Greatest Hits
GRUPO: Creedence Clearwater Revival
AÑO: 1976

Bajo el cielo infinito

La primera luz del amanecer acaricia el capó rojo del descapotable mientras ajusto mis gafas de sol y enciendo el motor con un rugido que rompe el silencio del pequeño garaje en Brooklyn. Es el inicio de mi travesía, una búsqueda incansable de algo que no puedo nombrar, un anhelo que se refleja en el brillo de mis ojos y el temblor de las manos al agarrar el volante.

No soy un turista al uso. No vengo de compras, ni a fotografiarme en escenarios conocidos para alardear en las redes. El proyecto Vinylroute es cada día más grande y me tomo unos días para conectar con todo y conmigo mismo.

Con el sol subiendo lentamente sobre el horizonte, me deslizo por las calles de Nueva York, dejando atrás el ruido y la multitud. Atrás quedan los rascacielos que representan lo equivalente a la ciudad donde sucede todo, testigos de una vida que ahora solo parece un borrón gris en mi memoria. He empacado lo esencial: una maleta con ropa ligera, un mapa arrugado y una vieja radio portátil que, como yo, tiene buenos días en el pasado y otros por descubrir en el futuro, ahora que me asomo a esa segunda parte.

La carretera abierta se despliega frente a mí, una promesa de libertad y aventura. La brisa caliente me azota el rostro y el paisaje urbano se desvanece, dando paso a verdes praderas y colinas ondulantes. En algún punto, al cruzar la frontera hacia Pennsylvania, enciendo la radio. El rasgueo de una guitarra y la voz rasposa de John Fogerty llenan el aire con la melodía inconfundible de «Have You Ever Seen the Rain». La canción se convierte en el himno no oficial de mi viaje, una compañía constante que me recuerda que, en algún lugar, bajo la lluvia o el sol, hay respuestas que encontrar.

A medida que los días se convierten en semanas, cruzo ciudades vibrantes como Chicago y St. Louis, cada una con su propia personalidad y ritmo. Me detengo lo justo para repostar, comer algo y, a veces, dormir en moteles de carretera con letreros de neón parpadeante. Las noches son largas y solitarias, pero llenas de promesas. El murmullo de la radio y la canción de Creedence se mezclan con el ronroneo del motor, creando una sinfonía de soledad y esperanza.

El verdadero desafío llega al adentrarme en el desierto de Arizona. La vastedad del paisaje árido me envuelve, haciéndome sentir diminuto bajo el cielo sin nubes. La carretera se extiende recta e infinita, una cinta de asfalto que se derrite en el horizonte. El sol abrasador hace ondear el aire a lo lejos, pero no me detengo. La sed de experiencias nuevas, de descubrimiento, me empuja hacia adelante, siempre hacia adelante.

Una tarde, mientras el sol se esconde detrás de las montañas, me encuentro en un pequeño pueblo desértico, casi olvidado por el tiempo. Me detengo en una gasolinera donde el único empleado, un anciano de piel curtida por el sol, me ofrece agua fresca y conversación. Hablamos de viajes, de sueños, y el viejo me cuenta historias de su juventud, cuando el mundo parecía más grande y lleno de promesas.

Al reemprender mi camino, siento una extraña mezcla de nostalgia y determinación. He recorrido más de dos mil millas, pero aún queda un largo trecho hasta la costa oeste. Conduzco ahora bajo un cielo estrellado, la voz de Fogerty resonando en la noche tranquila, y me doy cuenta de que, en cada milla recorrida, he encontrado un pedazo de mí mismo que había creído perdido.

Finalmente, el océano Pacífico aparece en el horizonte, un vasto espejo de agua que refleja el cielo dorado del atardecer. Detengo el coche en la playa, dejo que la brisa marina me llene los pulmones y cierro los ojos, escuchando una vez más la canción que ha sido mi compañera de viaje.

«Have you ever seen the rain?» se pregunta la voz en la radio. Sonrío, sintiendo que, por fin, he visto la lluvia y mucho más. He cruzado un continente y, en el proceso, he descubierto que el verdadero viaje es el que se hace hacia el interior de uno mismo, en busca de las respuestas que siempre han estado ahí, esperando ser encontradas bajo el vasto cielo americano…

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