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La corresponsal “Ojos de gata”
Gwendal – Glen River – 1989

GRUPO: Gwendal
TÍTULO DEL ÁLBUM: Glen River
AÑO: 1989
DISEÑO: Dantec
FOTOGRAFÍA: Jacques Zurcher

“Cuando éramos puros”

Zoe era lo más, tan salada y pizpireta que era imposible no rendirse a sus encantos. Movía el rabito muy deprisa si le decías algo bonito, y lo frenaba en seco poniéndolo muy tieso cuando le enseñabas un objeto arrojadizo. Claro está, la buena de Zoe era una perrita, una beagle de tres años que teníamos para las prácticas de Obstetricia.

Zoe se alojaba en un chenil en los sótanos de la facultad de veterinaria. Sótanos en los que, los internos de cirugía, pasábamos las noches de guardia cuidando de los caballos ingresados en los boxes. La mayoría, después de una cirugía por cólico, lo que no solía tener buen pronóstico (no salía ni uno). Los afortunados que ingresaban por otras causas, en cambio, disfrutaban de largas estancias y ya eran como de la familia. Quo Vadis era uno de ésos, un caballo de salto con un porte impresionante. Al sacarlo un día del box para que hiciera ejercicio, se asustó y echó a correr por los pasillos de la facultad hasta salir a la calle. Corrí tras él mientras gritaba: “¡¡¡Quo Vadis!!! ¡¡¡Quo Vadis!!!» (hay que ver la guasa del que le puso el nombre). Cuando me quise dar cuenta, me observaban un montón de estudiantes sentados en el césped, enrojecí de la vergüenza. Las caras eran un poema, no daban crédito, no tanto por ver un caballo al galope por el campus (que ya es) como porque le hablaran en latín….

Para hacer las guardias, teníamos el «cuarto de internos», que compartíamos con las cucarachas y algún que otro roedor, y que consistía en un par de camas «calientes», una estufa y una mesa con sillas. Súper. Lo de dormir, la verdad, no iba mucho con nosotros, cosas de la edad. Cuando no había mucho lío, poníamos música a tope (casi siempre celta), sacábamos unas cervezas de la máquina y compartíamos la cena que traíamos de casa. Aquella noche, Laura se llevó a su perro, un alaska malamute espectacular que se llamaba Rambo. Es verdad que la familia de Laura era de militares, y ella misma tenía el ojo puesto en el ejército, ya que aspiraba a ser veterinaria de la unidad equina de la UER, pero el nombre al animal le iba al pelo, y no precisamente por eso…

Como tantas otras noches, pusimos música celta en el casete, y después de cenar, sacamos a Zoe para dar un voltio por los pasillos. Eran dos pasillos largos y oscuros que circundaban los bajos de la facultad y confluían por un lado en la puerta de acceso al pabellón y por otro en el cuarto de internos. Alguien dijo, «pues han traído hoy un bull terrier que está en el chenil de al lado, ¿lo sacamos?». Gustavo (Gus para los alumnos), no tenía el mismo atractivo que Zoe a ojos vista. Quien conozca la raza, estará conmigo en que son perros que, o te encantan, o te horripilan. A nosotros nos parecía encantador, cosas de la vocación.

Bernardo, el veterano del grupo, con buen criterio, dijo «vamos uno con Zoe por un pasillo y otro con Gus por el otro, que la perra está en celo y la liamos». Laura dijo, «Rambo se queda cerrado en el cuarto, por favor, que nadie le deje salir». Así hicimos. La música se colaba a través de la puerta del cuarto a pesar de estar cerrada, pero agradecías escuchar aquella algarabía de gaitas, flautas, violines y tambores haciéndote compañía en la oscuridad. Juro que, durante las guardias nocturnas, pasabas hasta miedo por esos pasillos, así que la música servía para mitigar los sospechosos sonidos de la noche.

Todo ocurrió muy deprisa, alguien abrió la puerta del cuarto y salió el malamute escopetado, en el mismo momento en que aparecíamos en la confluencia de los pasillos, Bernardo con el perro y yo con la perra. Gus había empezado a olisquear el trasero de Zoe, cosas del celo. Los tres animales se miraron durante unos segundos, suficientes para que se nos acelerara el pulso anticipándonos a los acontecimientos, vamos, que se mascaba la tragedia…

Se confirmaron nuestros temores cuando Rambo abrió la mandíbula apresando la cara de Gus entre los dientes, y mientras Gus sangraba profusamente, no le soltaba la lengua al malamute. No sabíamos a quién compadecer más de los dos. Durante un par de minutos que parecieron una eternidad, gritábamos, hacíamos aspavientos, no sin cierto recelo a ponernos en el punto de mira de los dos perros, les tirábamos cubos de agua…, y no aflojaban. Finalmente, Bernardo optó por enchufarles con la manguera. Mano de santo. Una vez calmados, no tuvimos más remedio que llamar al profe becario guay, que no sólo vino a las 2 de la mañana a coserle la cara a Gus, sino que nos cubrió al día siguiente con los de Obstetricia…

Recuerdo muchas veces aquella época, por supuesto con melancolía, hasta en sueños me pasan cosas en los pasillos de la facultad. La música que pone banda sonora a aquellas experiencias es la de grupos como Clanad, The Chieftains, La banda, o Milladoiro. Es curioso cómo escuchas una música que tienes asociada a lugares, personas o recuerdos determinados, y te invaden sensaciones ya vividas, la música te transporta cual máquina del tiempo y eres capaz de visualizar esos lugares o incluso percibir olores con gran nitidez, cosas de la mente. Eso mismo me pasa con este disco, lo escucho y soy capaz de acordarme del olor a heno y alfalfa, o del sonido de los caballos al masticar los granos de cebada, de los cascos chocando contra el suelo de la cuadra, o del tacto aterciopelado de la nariz equina que tanto me gustaba, en ese espacio justo entre los ollares…

He escogido de todos esos grupos, a la banda francesa Gwendal, que hacían música puramente instrumental, y concretamente, su disco Glen River, que fue uno de los que más escuché en los tiempos de la facultad. En general, la música de Gwendal no es música folk sin más, y este disco es una buena muestra de ello. Los ritmos celtas se mezclan con ritmos de rock, jazz o hasta música africana, por lo que ésta podría ser una oportunidad de escuchar algo peculiar y bastante desconocido para muchos. Lo recomiendo.

El nombre del grupo significa en bretón algo así como “el de la frente blanca” para referirse a alguien puro, así que me parece apropiado para esta crónica, dada la época en la que tiene lugar lo relatado, cuando éramos puros (aún). La propia carátula de este disco, muestra a dos jóvenes apaciblemente en una canoa remando hacia lo que parece un castillo de ensueño, como irreal, de forma similar a cómo observamos e imaginamos el futuro desde el lugar en que tenemos toda una vida por delante, una imagen ideal que se va diluyendo a medida que te vas acercando.

Mila García Roldán

4 thoughts on “La corresponsal “Ojos de gata”
Gwendal – Glen River – 1989

  1. Que bonita la crónica y que recuerdos tan divertidos y buenos. No me extraña que sigas soñando con esos pasillos tal cual los describes. Al grupo no le conozco, pero intentaré escuchar algo, así amplio mi cultura musical. Por cierto yo tengo un «Nieto» beagle y es un cielo, pero ya está mayor

  2. Si, la crónica ha estado muy bonita, recuerdos súper chulos de ese momento de facultad, donde mezcla aprendizaje, compañerismo…y música. Está claro que la música nos trasporta y recuerda épocas o momentos de nuestra vida y en el caso de la cronista «ojos de gata», este grupo formó parte de ese momento tan divertido y «puro» de su vida

  3. Me ha encantado la crónica. Huele a juventud, irresponsabilidad y situaciones extremas. La historia muy bien contada, engancha hasta el final. Gwendal es un grupo que me encanta. Muchas gracias por traerlo.

  4. Cómo he disfrutado este post. Gwendal son parte de mi vida. La primera vez que les vi en directo fue en el San Juan Evangelista, el mítico Johnny, epicentro cultural de la buena música durante décadas. Creo que fue en 1984 y yo era un chavalín inquieto que flipé al verlos en primera fila. Y bueno, la última vez que los vi, en noviembre de 2018, la última vez que pasaron por Madrid. Pedazo de banda que pasó del purismo de la música celta a composiciones mucho más elaboradas que fusionaban, no sin crítica al principio por parte de algunos, otras influencias. Es curioso que Gwendal sean mucho más famosos y tengan muchos más fieles seguidores en España, sobre todo en el Norte y Galicia, que en Francia.
    Gratamente sorprendido por esta entrada. No me la esperaba y la he disfrutado mucho.
    Acertado también el recuerdo a Milladoiro y , sobre todo, a Labanda, que también tuvieron una época buenísima.
    ¡Gracias!

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