«El Corresponsal Espectador Anónimo»
Revolver – Básico – 1993
GRUPO: Revolver
TÍTULO DEL ÁLBUM: Básico
AÑO: 1993
«El último vinilo»
A principios de los años noventa, el compact disc (aún no tenía confianza para llamarlo cd), comenzó a expandirse de manera definitiva en España. Atrás quedaban ya los innovadores walkman; los fabricantes de reproductores de cd relajaron los precios, y prácticamente se instalaron definitivamente en nuestras casas.
El principal problema era que los cd, comparativamente, eran más caros que los vinilos, pero no cabe duda que la calidad de las prestaciones mejoraba notablemente. Eso sí, como fetiche, no había color: pasar de 32 a 12 cm era una faena para los que nos gusta leer las letras de las canciones y los créditos. Otro punto a favor del cd, desde el punto de vista práctico, consistía en la facilidad de su almacenaje.
Yo fui de los que poco a poco, muy a mi pesar, caí en las redes digitales. Tampoco es que a esas alturas tuviera una discoteca extensa, apenas llevaba diez años “consumiendo”, y nunca he sido de los que se gastan un pastón en discos (tampoco podía permitírmelo); y para colmo, me ponía de los nervios cuando esa motita de polvo cabrona se quedaba a vivir entre los surcos de mi canción favorita, y no había spray, cepillo ni chorro de agua que la desalojase.
Treinta años después, las tornas han cambiado. Bien es cierto que el gramaje y la calidad de los vinilos actuales nada tiene que ver con los tradicionales, y como venganza, ahora son éstos los que valen un pastón, relegando al cd prácticamente a la venta por correo. Al entierro de este formato contribuyó notablemente la aparición del mp3, las plataformas de streaming, y por supuesto, la piratería, tirando por la borda todos los cánones de calidad que supusieron su banderín de enganche.
Y en esas estábamos, cuando se publicó en 1993 el primer “básico” oficial de la discografía española, a imagen y semejanza de los “unpluggeed” que la MTV llevaba un tiempo explotando.
En esos años, Carlos Goñi ya se había “librado” del resto de componentes de Revólver (incluso de los que le acompañaron “desertando” de Comité Cisne) para dar forma a su proyecto personal, pero manteniendo el nombre del grupo, supongo que para no caer en el saco de los cantautores. Sus dos primeros discos de estudio tuvieron una discreta acogida, pero la aparición del disco que nos ocupa supuso un auténtico bombazo. La cadena de los 40 Principales, promotor de este disco y este formato, pusieron toda la carne en el asador y el resultado fue lo esperado: cientos de miles de copias vendidas y el consiguiente ascenso a la primera división de Revólver.
Las colaboraciones de Rafa Sánchez, José Mª Casañ, y, sobre todo, Sole Giménez (en esos momentos en la cresta de la ola con Presuntos Implicados), contribuyeron a darle más lustre al repertorio. A pesar de la adaptación al formato acústico, los temas conservan la fuerza necesaria para brillar con luz propia, y, de hecho, algunos de esos temas, ya solo se conciben en esa versión, como “El roce de tu piel”, o “Si es tan solo amor”.
Este disco abrió de par en par dos puertas: por un lado, la proliferación de “básicos” de la práctica totalidad de los grupos de la época, y por otro, el despegue definitivo de Revólver, que se consolidaría con su siguiente trabajo, “El Dorado”, publicado en 1995.
Para mí, al igual que para miles de coetáneos, este álbum fue, sin duda alguna, la banda sonora de aquel lejano – y en cierta forma, añorado – verano del 93. Las circunstancias propiciaron que se convirtiera en el último disco de vinilo que me compré (curiosamente, me es imposible determinar cuál fue el primero). Desde entonces, me pasé al cd con todas las consecuencias; incluso unos años después, cometí el enorme error de regalar mi maravillosa cadena Aiwa (mueble incluido). Por fortuna, tuve el buen juicio de guardar mis queridos álbumes (y singles), aunque desconozco si estarán en condiciones de escucharse; en cualquier caso, al mirarlos, soy capaz de leer créditos y letras casi sin gafas, y reconocer los caretos de los artistas en las fotos.
Lo que no ha cambiado desde entonces es mi fidelidad a Goñi, altibajos y poli-básicos incluidos.
P.D. : Ya sabéis, no se os ocurra deshaceros de vuestras cassettes, láser discs, videos VHS… por si acaso.
Ese disco hizo que el verano del 93 fuera maravilloso.
Alguien ha contado la cantidad de veces que Goñi dice «gracias» en el título que hoy ocupa la crónica. Es insoportable, por pretencioso y falsa humildad. Lo siento, no puedo con el citado personaje.
Muy buena la cronica
Muy buena crónica. El disco es simplemente redondo. Lo he vuelto a escuchar y recuerdo todas las letras y cada uno de los arreglos. Simplemente genial.