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«Capitán Haddock»
Tindersticks – Curtains – 1997

GRUPO: Tindersticks
TÍTULO DEL ÁLBUM: Curtains
AÑO: 1997

Los días son cortos y oscuros y cada vez hace más frío. Es el momento de refugiarse en casa y escuchar a los Tindersticks.

Nacidos hace ya 30 años, Tindersticks poseen un estilo proprio que no es fácilmente clasificable y, a pesar de la aclamación de cierta crítica de sus primeros discos (por ejemplo su álbum de debut de 1993, Tindersticks, producido por ellos mismos) han pasado un poco desapercibidos como si fueran demasiado sofisticados para el gran público. La crítica dice de ellos que ofrecen un pop orquestal bañado en melancolías. Y por algún sitio he leído la mejor definición posible: “música de fin de embarcadero para amantes imposibles con los dedos manchados de nicotina”. ¿Quién puede resistirse a escuchar algo así?

En cualquier caso, de Tindersticks destaca la inusual voz grave, elegante y sugerente de Stuart Staples, que navega por atmósferas instrumentales elaboradas por pianos, violines, órganos y trompetas.

Los Tindersticks son además muy cinematográficos y sus canciones transportan inmediatamente a imágenes y lugares como si fueran una banda sonora. De hecho, han compuesto la música de un buen puñado de películas independientes y sus canciones han adornado otros films y series, por ejemplo Los Soprano con la intimista Tiny tears.

Conocí a este grupo gracias a un amigo austriaco. Y es que Tindersticks, siendo ingleses de Nottingham, tienen algo de Austria, pero no de la Austria contemporánea del Red Bull, sino del fin del imperio austrohúngaro, una atmósfera decadente de la Viena fin de siècle. Es la melancolía dominante que baja el Danubio, la tristeza de la fugacidad y de la desilusión.

Tindersticks puede sonar en los cafés vieneses. Más allá del clásico y elegante Café Central, con su estatua del poeta Peter Altenberg sentado esperando al camarero, se escuchan en bares de callejones retratados en el blanco y negro de El tercer hombre, el clásico de Carol Reed. A la luz de las velas sujetas en botellas vacías llenas de capas de cera de colores, delante de una copa vacía, con el nudo del corbatín desatado y las mangas de la camisa remangadas y el rímel corrido, se escuchan los violines de Another Night In.

Es la música ideal para acompañar los deambuleos del vienés de adopción Joseph Roth, desarraigado y desencantado en el París de entreguerras de los años 30 mientras rodeado de humo, y consumido por el alcohol, escribía La leyenda del santo bebedor.

Tindersticks es un canto al mundo de ayer, antes de que sucumbiera bajo los nacionalismos, la peor de todas las pestes que envenena la flor de nuestra cultura europea, como escribía amargamente el vienés de origen judío Stefan Zweig.

Y ya puestos, el anciano emperador y rey Francisco José I, enfundado en su uniforme de gala blanco con banda escarlata, en sus noches solitarias del Palacio de Schönbrunn, mientras recordaba con dolor a su esposa asesinada Sissi y a su hijo el Kronprinz Rodolfo, suicidado por amor junto a su amante la jovencísima baronesa Vetsera en el pabellón de caza de Mayerling, se sentaba en el fondo de una imponente galería y pedía a su chambelán que sonara Tindersticks una y otra vez, mientras veía la nieve caer.

One thought on “«Capitán Haddock»
Tindersticks – Curtains – 1997

  1. La verdad es que si que han pasado desaparecidos, al menos por mi parte. No los conocía. Pero prometo escucharlos aprovechando el ambiente de frío y oscuridad que tenemos ahora a temprana hora.

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